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Sudores nocturnos: causas, diferencias con el sudor regular

¿Te despiertas con la ropa mojada aunque no haga calor? Puede que estés experimentando sudores nocturnos, una sudoración excesiva que ocurre durante el sueño y que no siempre se debe al clima o al número de cobijas que usas. Este problema puede presentarse en cualquier persona, aunque es común encontrar casos de transpiración excesiva nocturna en hombres por causas hormonales, metabólicas o relacionadas con el estilo de vida. En este artículo descubrirás qué los causa, cómo se diferencian del sudor normal, cuándo pueden ser una señal de alerta médica y qué puedes hacer para reducirlos.

 

Sudores Fríos

 

¿Qué son los sudores nocturnos?

Los sudores nocturnos son episodios de sudoración intensa e involuntaria que ocurren durante el sueño, sin que haya una temperatura elevada en el ambiente. Se diferencian del simple hecho de pasar calor por la noche porque pueden empapar completamente la ropa de cama y el pijama, sin una explicación aparente. Son una señal de que el cuerpo podría estar reaccionando ante un desequilibrio interno, ya sea hormonal, metabólico, infeccioso o relacionado con el sistema nervioso.

¿En qué se diferencian los sudores nocturnos del sudor normal?

Aunque ambos tipos de sudor tienen en común la función de regular la temperatura corporal, los sudores nocturnos y el sudor normal responden a causas muy distintas y se manifiestan de forma diferente. Comprender sus diferencias es clave para detectar cuándo puede haber un problema subyacente.

1. Diferencia en el momento y contexto en que ocurren
El sudor normal aparece como respuesta fisiológica esperada ante el calor, el ejercicio físico, el estrés o la emoción.
El sudor nocturno, en cambio, aparece durante el descanso, sin un estímulo térmico evidente (como calor en el ambiente o demasiadas cobijas). Ocurre mientras duermes y puede interrumpir el sueño o despertarte con la ropa empapada.

2. Diferencia en la intensidad y duración
El sudor normal suele ser leve o moderado, localizado (axilas, frente, espalda), y cesa rápidamente cuando el estímulo desaparece.
El sudor nocturno es más profuso y prolongado, y puede empapar completamente las sábanas y pijamas. No cesa hasta que el cuerpo vuelve a equilibrar su temperatura, lo cual puede tardar más tiempo.

3. Diferencia en el origen o causa fisiológica

Tipo de sudor

Principales causas

Sudor normal

- Calor ambiental

- Ejercicio físico

- Estrés o ansiedad

- Consumo de alimentos picantes o bebidas calientes

Sudor nocturno

- Desequilibrio hormonal

- Infecciones o enfermedades

- Medicamentos

- Trastornos del sueño

- Alteraciones neurológicas

Mientras el sudor normal es una respuesta consciente y esperada, el sudor nocturno es involuntario, no provocado por factores externos directos y puede ser señal de un desequilibrio interno.

4. Diferencia en el impacto en la calidad de vida

El sudor normal rara vez afecta el descanso o la salud, salvo en casos extremos como la hiperhidrosis.

El sudor nocturno, sin embargo, puede generar incomodidad, interrumpir el sueño repetidamente, causar fatiga crónica y ansiedad, especialmente si es recurrente y no se encuentra una causa clara.

Causas comunes de los sudores nocturnos

Existen múltiples causas posibles, que van desde factores hormonales hasta enfermedades graves. A continuación, se detallan las más frecuentes.

Cambios hormonales

Los desequilibrios hormonales son una de las causas más comunes y fisiológicas de los sudores nocturnos, especialmente en mujeres, aunque también afectan a hombres y adolescentes. Las hormonas juegan un papel esencial en la regulación de la temperatura corporal, el metabolismo y la respuesta del sistema nervioso autónomo. Cuando estas hormonas fluctúan, pueden alterar el equilibrio térmico del cuerpo, provocando episodios de sudoración excesiva durante la noche.

Andropausia (disminución de testosterona en hombres)

Los hombres también pueden experimentar sudores nocturnos debido a la disminución gradual de testosterona, conocida como andropausia. Aunque este proceso es más lento y menos evidente que la menopausia femenina, también puede causar alteraciones en la regulación térmica y del sueño.

Signos comunes:

  • Sudoración nocturna persistente sin causa ambiental.
  • Disminución de la libido.
  • Cansancio crónico, irritabilidad y trastornos del sueño.
  • Cambios de humor y pérdida de masa muscular.

En estos casos, se recomienda una evaluación médica para verificar niveles hormonales y descartar otros factores como estrés o apnea del sueño.

Pubertad y adolescencia

Durante la pubertad, tanto niñas como niños experimentan cambios hormonales intensos que pueden afectar la regulación de la temperatura corporal y el sueño. Es común que algunos adolescentes presenten sudoración nocturna ocasional, especialmente en combinación con pesadillas, estrés escolar o alteraciones del ritmo circadiano.

Aspectos clave:

  • La sudoración suele ser transitoria y no requiere tratamiento médico.
  • Es útil mejorar la ventilación del dormitorio y evitar cenas pesadas o estimulantes.
  • Si los episodios son frecuentes, puede ser recomendable consultar al pediatra o endocrinólogo.

Trastornos hormonales o endocrinos

Los trastornos hormonales o endocrinos afectan el equilibrio interno del cuerpo, incluyendo la temperatura, el metabolismo y la producción de adrenalina. Cuando estas funciones se alteran, es común que se presenten episodios de sudoración excesiva, incluyendo sudores nocturnos, sin que exista una causa ambiental aparente. A continuación, te explicamos los más relevantes:

Hipertiroidismo

El hipertiroidismo se produce cuando la glándula tiroides libera una cantidad excesiva de hormonas tiroideas (T3 y T4), lo que acelera el metabolismo del cuerpo. Este aumento de la actividad metabólica genera calor corporal incluso en reposo, lo que puede derivar en sudoración tanto diurna como nocturna.

Relación con los sudores nocturnos:

  • Las personas con hipertiroidismo suelen experimentar una sensación constante de calor, piel húmeda y sudoración profusa durante la noche.
  • Puede ir acompañado de insomnio, palpitaciones, pérdida de peso inexplicada, ansiedad e irritabilidad.
  • La sudoración nocturna en estos casos no se alivia con ventilación ni reducción de cobijas.

Si se sospecha hipertiroidismo, el diagnóstico se realiza mediante análisis de sangre que miden los niveles de TSH, T3 y T4. El tratamiento puede incluir medicamentos antitiroideos, yodo radioactivo o cirugía en casos más severos.

Diabetes

Tanto la diabetes tipo 1 como la tipo 2 pueden estar asociadas a sudoración nocturna, especialmente cuando los niveles de azúcar en sangre bajan bruscamente durante la noche, lo que se conoce como hipoglucemia nocturna.

Síntomas típicos:

  • Sudoración fría intensa, muchas veces acompañada de temblores, confusión o pesadillas.
  • Despertarse con la ropa mojada y sensación de debilidad o hambre.
  • Episodios relacionados con el uso de insulina o ciertos medicamentos orales para la diabetes.

En personas con diabetes, es importante controlar el nivel de glucosa antes de dormir y ajustar la alimentación nocturna o la medicación si se presentan estos episodios. El monitoreo continuo de glucosa puede ser útil para detectar bajones durante la madrugada.

Feocromocitoma

El feocromocitoma es un tumor poco común que se desarrolla en las glándulas suprarrenales (ubicadas sobre los riñones). Este tumor segrega cantidades excesivas de adrenalina y noradrenalina, hormonas que activan el sistema nervioso simpático y elevan la presión arterial, el ritmo cardíaco y la sudoración.

Características relacionadas con los sudores nocturnos:

  • Sudoración excesiva, tanto nocturna como diurna, sin relación con la temperatura ambiente.
  • Crisis episódicas de presión alta, palpitaciones, dolor de cabeza intenso y ansiedad súbita.
  • Los episodios pueden ocurrir en reposo y duran desde minutos hasta horas.

Debido a su rareza y síntomas inespecíficos, el feocromocitoma a menudo se diagnostica tardíamente. Se requiere una combinación de pruebas de sangre, orina y estudios de imagen para confirmarlo. El tratamiento suele ser quirúrgico, con manejo previo de la hipertensión.

Infecciones y enfermedades crónicas

Las infecciones crónicas y algunas enfermedades de curso prolongado son causas comunes de sudores nocturnos persistentes. En estos casos, la sudoración es una respuesta del sistema inmunológico que intenta regular la temperatura corporal frente a procesos inflamatorios, infecciones activas o estados febriles intermitentes. A menudo, este tipo de sudoración se acompaña de otros síntomas como fiebre, escalofríos, fatiga o pérdida de peso.

Tuberculosis

La tuberculosis pulmonar es una de las causas clásicas de sudores nocturnos intensos. Esta infección bacteriana causada por Mycobacterium tuberculosis puede permanecer latente durante años y reactivarse, generando síntomas sistémicos.

Síntomas asociados:

  • Fiebre baja persistente
  • Tos prolongada con flema o sangre
  • Fatiga extrema
  • Sudores nocturnos que empapan la cama

Es fundamental consultar a un médico si estos síntomas se presentan, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados. El diagnóstico se realiza con radiografías de tórax, pruebas de esputo y análisis sanguíneos.

VIH/SIDA

El virus de inmunodeficiencia humana también puede provocar sudores nocturnos, especialmente durante las etapas iniciales de la infección o cuando hay infecciones oportunistas. La sudoración es una reacción del cuerpo a la inflamación sistémica y al esfuerzo del sistema inmune por controlar el virus o infecciones asociadas.

Síntomas comunes:

  • Sudoración nocturna persistente
  • Pérdida de peso no intencionada
  • Fiebre intermitente
  • Inflamación de ganglios linfáticos

Los sudores nocturnos en personas con VIH pueden indicar un avance en la enfermedad o la presencia de otras infecciones como citomegalovirus o neumonía.

Endocarditis

La endocarditis es una infección de las válvulas del corazón o del revestimiento interno. Puede ser causada por bacterias que entran al torrente sanguíneo, muchas veces después de intervenciones dentales, cirugías o infecciones sin tratar.

Síntomas frecuentes:

  • Fiebre prolongada
  • Dolor articular o muscular
  • Fatiga
  • Sudoración nocturna continua

El diagnóstico requiere análisis de sangre y ecocardiogramas. Es una enfermedad grave que necesita tratamiento inmediato con antibióticos intravenosos y, en algunos casos, cirugía.

Osteomielitis

La osteomielitis es una infección en los huesos que puede ser causada por bacterias o hongos. Aunque es menos frecuente, puede provocar sudoración nocturna en casos crónicos.

Síntomas comunes:

  • Dolor óseo localizado
  • Fiebre leve o intermitente
  • Sudoración durante la noche
  • Inflamación en la zona afectada

Se diagnostica mediante resonancia magnética, análisis de sangre y, en ocasiones, biopsia ósea. Requiere tratamiento antibiótico intensivo y seguimiento médico especializado.

Mononucleosis u otras infecciones virales prolongadas

Infecciones virales como la mononucleosis (virus de Epstein-Barr), hepatitis crónica o citomegalovirus también pueden generar fiebre baja sostenida y sudoración nocturna.

Indicadores típicos:

  • Ganglios inflamados
  • Dolor de garganta persistente
  • Cansancio marcado
  • Sudoración nocturna intermitente

En la mayoría de los casos, estas infecciones se resuelven solas, pero los síntomas pueden durar varias semanas o incluso meses.

Enfermedades oncológicas

En algunos casos, los sudores nocturnos pueden ser una señal de advertencia temprana de ciertos tipos de cáncer, especialmente aquellos que afectan al sistema linfático o la médula ósea. En oncología, se los conoce como parte de los "síntomas B", un conjunto de signos clínicos que incluyen fiebre persistente, pérdida de peso involuntaria y sudoración nocturna profusa.

Si bien no todos los sudores nocturnos indican cáncer, cuando aparecen junto con otros síntomas sistémicos deben ser evaluados por un médico.

Linfoma de Hodgkin y no Hodgkin

Los linfomas son cánceres que se originan en los ganglios linfáticos, tejidos encargados de producir y transportar células inmunitarias. Son una de las causas más comunes de sudoración nocturna persistente en pacientes oncológicos.

Síntomas asociados:

  • Sudores nocturnos intensos que empapan la ropa de cama
  • Inflamación de ganglios (cuello, axilas o ingles)
  • Fiebre sin causa aparente
  • Pérdida de peso no intencionada
  • Cansancio constante

En estos casos, los sudores nocturnos no se alivian con ventilación ni disminuyendo la ropa de cama, y suelen ser uno de los primeros síntomas que lleva a la consulta médica.

El diagnóstico se confirma mediante análisis de sangre, biopsia ganglionar y estudios de imagen como tomografía o PET-CT.

Leucemia

La leucemia es un tipo de cáncer que afecta a la médula ósea y la sangre, produciendo una cantidad anormal de glóbulos blancos. La alteración del sistema inmunológico puede generar síntomas similares a una infección crónica, incluyendo sudoración nocturna.

Indicadores clínicos:

  • Sudores nocturnos frecuentes
  • Sangrado o moretones sin causa aparente
  • Palidez, fatiga extrema
  • Fiebre recurrente

La leucemia puede ser aguda o crónica, y su detección temprana mejora significativamente el pronóstico. Se diagnostica con hemogramas completos y estudios de médula ósea.

Otros tipos de cáncer

Aunque menos frecuente, otros cánceres en etapas avanzadas también pueden producir sudores nocturnos como parte de una respuesta metabólica del organismo. Algunos ejemplos:

  • Tumores sólidos como cáncer de pulmón, riñón o hígado
  • Metástasis con compromiso del sistema nervioso autónomo
  • Síndromes paraneoplásicos que afectan la regulación hormonal

En estos casos, los sudores nocturnos pueden ser un signo de progresión o una reacción secundaria al tratamiento (quimioterapia, inmunoterapia).

Medicamentos

Muchos medicamentos pueden causar sudoración nocturna como efecto secundario, incluso cuando se toman correctamente y bajo prescripción médica. Esto ocurre porque algunos fármacos alteran la actividad del sistema nervioso, la regulación hormonal o la temperatura corporal interna. En algunos casos, este efecto desaparece tras un periodo de adaptación; en otros, puede requerir un cambio de tratamiento.

A continuación, los grupos de medicamentos más comúnmente relacionados con los sudores nocturnos:

1. Antidepresivos (ISRS, IRSN y tricíclicos)
Los antidepresivos, en especial los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) como fluoxetina, sertralina o paroxetina, así como los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) como venlafaxina y duloxetina, están entre las principales causas farmacológicas de sudoración nocturna.

Esto se debe a que la serotonina también participa en la regulación de la temperatura corporal. Al alterar su equilibrio, el sistema nervioso puede inducir sudoración en momentos inapropiados, como durante el sueño.

2. Medicamentos antipiréticos y analgésicos
Fármacos como el paracetamol o la aspirina, usados para bajar la fiebre o calmar el dolor, pueden afectar los centros de termorregulación del cerebro. En personas sensibles o con uso frecuente, esto puede causar sudoración nocturna, especialmente si se toman antes de acostarse.

3. Corticoides
Medicamentos como la prednisona o dexametasona, utilizados para tratar enfermedades autoinmunes, inflamatorias o alérgicas, pueden causar sudores nocturnos. Esto ocurre por sus efectos sobre el metabolismo, el sistema inmunológico y el ritmo circadiano.

Además, los corticoides pueden inducir insomnio, cambios de humor y aumento de la presión arterial, lo que también contribuye indirectamente a la sudoración.

4. Terapias hormonales
El uso de estrógenos, testosterona o medicamentos que suprimen estas hormonas (como los utilizados en cáncer de mama o próstata) puede generar desequilibrios hormonales que causan sudores intensos durante la noche.

Esto es común en mujeres que reciben terapia de reemplazo hormonal mal ajustada o en hombres con terapia androgénica.

5. Medicamentos para la presión arterial
Algunos antihipertensivos, como los betabloqueadores o vasodilatadores, pueden alterar la circulación y el equilibrio del sistema nervioso autónomo, lo que puede manifestarse como sudores nocturnos en ciertos pacientes.

6. Medicamentos para la hipoglucemia
En personas con diabetes, los fármacos que reducen el azúcar en sangre (como la insulina o las sulfonilureas) pueden provocar hipoglucemia durante la noche. Cuando esto ocurre, el cuerpo reacciona con sudor frío, temblores, sensación de hambre o incluso despertares abruptos.

¿Qué hacer si un medicamento te causa sudores nocturnos?

  • No suspendas el tratamiento por tu cuenta.
  • Anota cuándo comenzaron los episodios de sudoración y si coinciden con el inicio o cambio de dosis.
  • Consulta a tu médico: es posible ajustar la dosis, cambiar de medicamento o incorporar hábitos que mitiguen los efectos secundarios.
  • Pregunta si existen alternativas con menor impacto sobre el sistema nervioso o la termorregulación.

 

Por qué sudamos?

 

Trastornos del sueño

Algunos trastornos del sueño pueden estar directamente relacionados con la sudoración nocturna. Esto ocurre cuando el cuerpo experimenta activaciones anormales del sistema nervioso durante la noche, ya sea por interrupciones respiratorias, microdespertares frecuentes o alteraciones del ritmo circadiano. Aunque no siempre se perciben conscientemente, estos eventos fisiológicos pueden provocar sudoración intensa y repetitiva durante el descanso.

Apnea del sueño

La apnea obstructiva del sueño es uno de los trastornos más frecuentes asociados con sudores nocturnos. Ocurre cuando la vía aérea superior se bloquea parcial o totalmente durante el sueño, interrumpiendo la respiración de forma repetida.

Cómo se relaciona con la sudoración:

  • Cada vez que se produce una apnea, el cuerpo entra en un estado de alerta para “despertar” al sistema respiratorio.
  • Esta activación del sistema nervioso simpático produce taquicardia, elevación de la presión arterial y liberación de adrenalina, lo que puede desencadenar sudoración profusa.
  • Muchas personas con apnea no son conscientes de estas interrupciones, pero se despiertan sintiéndose agotadas o con la ropa empapada.

Síntomas adicionales que pueden acompañar a los sudores nocturnos:

  • Ronquidos fuertes o pausas en la respiración mientras duermes
  • Sensación de asfixia o ahogo al despertar
  • Cansancio durante el día, dolor de cabeza matutino, dificultad de concentración

El tratamiento habitual incluye el uso de dispositivos CPAP, pérdida de peso en caso de sobrepeso, y en algunos casos cirugía correctiva.

Insomnio crónico

El insomnio no solo impide dormir adecuadamente, sino que también puede activar de forma excesiva el sistema de alerta del cuerpo durante la noche. Este estado de hiperexcitación fisiológica o cognitiva puede traducirse en sudoración, especialmente si hay pensamientos ansiosos antes de dormir.

Situaciones típicas:

  • Dificultad para conciliar el sueño y aumento de la temperatura corporal interna
  • Despertares frecuentes con sudor, sobre todo en personas con trastornos de ansiedad
  • Sensación de estar “medio despierto” toda la noche

Aunque no siempre requiere medicación, el insomnio debe ser tratado para evitar que afecte la calidad de vida. Las terapias cognitivo-conductuales para el sueño (TCC-I) han demostrado ser muy eficaces.

Parasomnias

Las parasomnias son fenómenos anormales que ocurren durante el sueño, especialmente en las etapas más profundas (NREM) o durante el despertar parcial. Algunas pueden provocar sudoración nocturna intensa debido a la actividad física o emocional que implican.

Entre las más comunes se encuentran:

  • Terrores nocturnos: episodios de miedo intenso con gritos, movimientos bruscos y sudoración, más frecuentes en niños, pero también presentes en adultos con estrés o trauma.
  • Sonambulismo: puede implicar movimiento físico y elevación del ritmo cardíaco y temperatura corporal.
  • Pesadillas recurrentes: en personas con estrés postraumático o ansiedad generalizada, pueden provocar sudoración emocional mientras el cuerpo reacciona a lo soñado como si fuera real.

En estos casos, el manejo psicológico, el control del estrés y en algunos casos el uso de medicación puede ser necesario.

Estrés y ansiedad

El estrés crónico y los trastornos de ansiedad son causas comunes —y a menudo subestimadas— de sudoración nocturna. Cuando el sistema nervioso simpático se mantiene activado incluso durante el descanso, el cuerpo puede reaccionar como si estuviera en peligro, desencadenando una respuesta fisiológica de “lucha o huida” que incluye la sudoración.

Aunque no hay fiebre, infecciones ni alteraciones hormonales directas, el cuerpo interpreta el estrés emocional como una amenaza física, generando síntomas similares a los que ocurren ante una emergencia.

¿Cómo afecta el estrés al cuerpo durante el sueño?

Durante el día, el estrés activa hormonas como el cortisol y la adrenalina. Si no se regula, esta activación se extiende a la noche y puede manifestarse como:

  • Incremento del ritmo cardíaco y presión arterial
  • Respiración agitada o irregular mientras duermes
  • Aumento de la temperatura corporal interna
  • Episodios de sudoración en pecho, cuello, espalda o axilas sin causa ambiental

Muchas personas que experimentan sudores nocturnos por ansiedad reportan también problemas como insomnio, pesadillas, despertares súbitos con sensación de angustia o pensamientos recurrentes antes de dormir.

Trastornos de ansiedad más asociados con sudoración nocturna

  • Ansiedad generalizada: el cuerpo se mantiene en constante tensión física y mental, lo que altera el descanso.
  • Trastorno de pánico: los ataques de pánico pueden ocurrir durante la noche e incluyen sudoración, palpitaciones, sensación de ahogo y miedo extremo.
  • Estrés postraumático (TEPT): las personas con TEPT suelen tener pesadillas vívidas, sudoración intensa y sobresaltos nocturnos.

¿Cómo reducir la sudoración nocturna relacionada con el estrés?

  • Establecer una rutina de sueño relajante: evitar pantallas al menos 30 minutos antes de dormir, practicar respiración profunda, estiramientos suaves o leer.
  • Incorporar técnicas de manejo del estrés durante el día: meditación, ejercicio físico moderado, escritura emocional (journaling) o mindfulness.
  • Evitar estimulantes como cafeína y alcohol por la noche, ya que exacerban la activación del sistema nervioso.
  • Buscar apoyo profesional: la terapia psicológica (especialmente la cognitivo-conductual) es altamente eficaz para manejar la ansiedad. En algunos casos, puede ser necesario tratamiento farmacológico temporal.

Los sudores nocturnos de origen emocional no son peligrosos en sí mismos, pero sí pueden indicar que el cuerpo está bajo una carga de estrés que debe abordarse. Tratar el problema de raíz no solo mejora el sueño, sino también la salud general.

Consumo de sustancias

El consumo de ciertas sustancias —legales o recreativas— puede alterar el funcionamiento normal del sistema nervioso y el equilibrio térmico del cuerpo, provocando episodios de sudoración nocturna. En muchos casos, el usuario no relaciona directamente estas sustancias con los síntomas, ya que su efecto puede ser acumulativo o aparecer horas después de la ingesta.

Alcohol

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, pero también interfiere en los mecanismos de regulación de la temperatura corporal. Durante las primeras horas tras su consumo, puede producir una falsa sensación de calor por vasodilatación periférica, seguida de una respuesta compensatoria del cuerpo que puede incluir sudoración.

Relación con sudores nocturnos:

  • Aunque puede ayudar a conciliar el sueño inicialmente, el alcohol fragmenta las fases del sueño profundo y REM, haciendo que el descanso sea menos reparador.
  • A medida que el cuerpo metaboliza el alcohol, puede provocar sudoración excesiva como mecanismo de eliminación.
  • Es común despertarse durante la madrugada con la ropa mojada, especialmente tras un consumo elevado o habitual.

Este efecto es más notorio en personas con consumo frecuente, problemas hepáticos o que combinan el alcohol con otros medicamentos.

Cafeína

La cafeína es un estimulante que activa el sistema nervioso simpático, el mismo sistema que regula la respuesta de “alerta” del cuerpo. Cuando se consume en exceso o cerca de la hora de dormir, puede provocar:

  • Aumento del ritmo cardíaco y la presión arterial
  • Dificultad para conciliar el sueño
  • Sudoración nocturna leve a moderada, especialmente en personas sensibles o con ansiedad

Aunque no todos los individuos reaccionan igual, quienes padecen insomnio, estrés o sudoración excesiva deberían evitar el café, té negro, bebidas energéticas y refrescos con cafeína al menos 6 horas antes de acostarse.

Tabaco

La nicotina, presente en los cigarrillos, vapers y productos de tabaco, es un estimulante potente que altera el ritmo cardíaco, la presión arterial y la actividad del sistema nervioso autónomo. En personas que fuman regularmente, el cuerpo puede experimentar:

  • Despertares nocturnos con sudoración
  • Dificultad para entrar en fases profundas del sueño
  • Síntomas de abstinencia nocturna en fumadores intensos, incluyendo sudores fríos, ansiedad e irritabilidad

Además, el tabaco afecta la oxigenación del cuerpo y está vinculado a un mayor riesgo de apnea del sueño, otra causa de sudores nocturnos.

Drogas recreativas

Sustancias como la cocaína, el éxtasis (MDMA), las anfetaminas y algunos alucinógenos pueden causar sudoración intensa y persistente incluso muchas horas después del consumo.

Efectos asociados:

  • Aumento extremo de la temperatura corporal (hipertermia)
  • Insomnio, deshidratación y alteración del ritmo cardíaco
  • Sudoración profusa tanto en vigilia como durante el sueño

El uso crónico o abusivo de estas sustancias puede derivar en trastornos graves del sueño, síndrome de abstinencia con sudoración nocturna y daño en el sistema nervioso.

Suplementos y productos “naturales”

Algunos suplementos dietéticos, especialmente los que contienen estimulantes como la cafeína, guaraná o efedrina (presentes en productos para adelgazar o aumentar el rendimiento), también pueden provocar sudoración nocturna como efecto secundario.

Consejo práctico: siempre es importante leer las etiquetas de ingredientes activos y consultar a un profesional antes de tomar suplementos que afectan el sistema nervioso o el metabolismo.

¿Cuándo deberías preocuparte?

Los sudores nocturnos ocasionales, especialmente si se relacionan con factores evidentes como una noche calurosa, estrés puntual o una comida picante, no suelen ser motivo de alarma. Sin embargo, cuando la sudoración durante el sueño es recurrente, intensa o inexplicable, puede estar indicando una condición subyacente que requiere atención médica.

Aquí te explicamos cuándo es recomendable consultar a un profesional de la salud.

1. Frecuencia elevada sin causa aparente

Si los sudores nocturnos ocurren varias veces por semana durante un periodo prolongado (más de dos semanas), sin que existan factores externos como temperatura elevada o consumo de alcohol, es importante evaluarlos.

Esto es especialmente relevante si no cambian al modificar hábitos (ropa, ventilación, alimentación).

2. Interferencia con el sueño y calidad de vida

Cuando la sudoración nocturna te despierta con frecuencia, te obliga a cambiarte de ropa o sábanas, y afecta tu descanso, puede convertirse en un problema que impacta tu salud general. Dormir mal de forma constante puede desencadenar fatiga crónica, irritabilidad, ansiedad y baja concentración.

3. Presencia de síntomas adicionales

Consulta con un médico si los sudores nocturnos vienen acompañados de:

  • Fiebre inexplicada, ya sea constante o intermitente
  • Pérdida de peso sin razón aparente
  • Fatiga o debilidad extrema, incluso tras dormir
  • Inflamación de ganglios linfáticos (en cuello, axilas o ingles)
  • Dolores persistentes, especialmente en pecho, abdomen o huesos
  • Palpitaciones nocturnas o sensación de ahogo

La combinación de estos síntomas podría indicar infecciones crónicas, trastornos hormonales, problemas metabólicos o incluso enfermedades más serias como linfoma, leucemia o tuberculosis.

4. Inicio repentino tras un cambio de medicación

Si comienzas a experimentar sudores nocturnos después de iniciar un tratamiento nuevo, es importante reportarlo al médico, aunque no todos los efectos secundarios aparecen inmediatamente. Esto es especialmente válido si estás tomando antidepresivos, corticoides, insulina, medicamentos hormonales o fármacos para la presión arterial.

5. Antecedentes médicos o familiares relevantes

Si tienes antecedentes personales o familiares de:

  • Enfermedades endocrinas (tiroides, diabetes)
  • Cánceres hematológicos o autoinmunes
  • Infecciones como VIH o tuberculosis
  • Trastornos de ansiedad severa o apnea del sueño

… y comienzas a notar sudoración nocturna recurrente, conviene realizar una evaluación médica preventiva, incluso si aún no hay otros síntomas claros.

6. Sudores acompañados de síntomas psicológicos intensos

Sudores nocturnos relacionados con ataques de pánico, terrores nocturnos, ansiedad extrema o síntomas depresivos también requieren atención, no solo para aliviar los síntomas físicos, sino para tratar el origen emocional o neurológico del problema.

¿A quién acudir?

Lo ideal es empezar por una consulta con el médico general, quien podrá:

  • Realizar una historia clínica detallada
  • Ordenar análisis de sangre u orina
  • Evaluar si es necesario derivarte a un especialista (endocrino, infectólogo, oncólogo, psicólogo o neurólogo)

No es necesario alarmarse si los sudores nocturnos aparecen de forma aislada. Pero si persisten o vienen acompañados de otras señales, actuar a tiempo permite identificar causas tratables y prevenir complicaciones.

¿Qué hacer para reducir los sudores nocturnos?

Reducir los sudores nocturnos depende en gran medida de identificar su causa. Si bien algunas condiciones médicas requieren diagnóstico y tratamiento específico, hay medidas prácticas y hábitos diarios que pueden ayudarte a controlar la sudoración durante el sueño, mejorar tu descanso y aumentar tu bienestar general.

A continuación, te explicamos qué puedes hacer desde casa, cuándo acudir a un médico y cómo combinar cambios en tu entorno, tu cuerpo y tu mente para mejorar la situación.

1. Ajusta tu entorno de descanso

Uno de los factores más fáciles de modificar es el ambiente en el que duermes. A veces, incluso pequeñas decisiones como el tipo de pijama o la ropa de cama pueden marcar la diferencia.

Recomendaciones:

  • Usa pijamas de algodón, lino o tejidos naturales transpirables. Evita telas sintéticas como poliéster o satén, que atrapan el calor.
  • Opta por sábanas ligeras y evita los edredones gruesos. Si es necesario, utiliza varias capas finas para regular mejor la temperatura.
  • Mantén la habitación fresca. La temperatura ideal para dormir está entre 16 y 19 °C.
  • Ventila el dormitorio antes de acostarte y, si puedes, utiliza ventilador o aire acondicionado.
  • Evita dormir con mascotas en la cama, ya que pueden elevar la temperatura corporal durante la noche.

2. Mejora tu rutina antes de dormir

Una rutina relajada y consistente antes de acostarte puede disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés), lo que favorece un sueño más profundo y reduce la sudoración por ansiedad.

Consejos útiles:

  • Establece una hora fija para acostarte y despertarte, incluso los fines de semana.
  • Evita el uso de pantallas al menos 30-60 minutos antes de dormir (móvil, TV, computadora).
  • Toma una ducha tibia antes de acostarte: ayuda a regular la temperatura corporal.
  • Practica técnicas de relajación como respiración profunda, meditación guiada o estiramientos suaves.
  • Evita actividades intensas o estresantes justo antes de acostarte, como discusiones, revisar correos de trabajo o entrenar a altas horas.

3. Cuida lo que comes y bebes

Lo que consumes a lo largo del día —y especialmente en las horas previas a dormir— influye directamente en la regulación térmica del cuerpo durante la noche.

Qué evitar por la noche:

  • Comidas muy pesadas, picantes o con alto contenido en grasa
  • Bebidas con cafeína: café, té negro, bebidas energéticas o refrescos con cola
  • Alcohol, ya que interfiere con el sueño profundo y eleva la temperatura corporal
  • Exceso de líquidos justo antes de acostarte, para evitar despertarte a orinar

Qué favorecer:

  • Cenas ligeras y balanceadas al menos 2 o 3 horas antes de acostarte
  • Infusiones relajantes sin cafeína (como manzanilla o valeriana)
  • Hidratación constante durante el día para mantener el cuerpo en equilibrio

4. Controla el estrés y la ansiedad

El estrés emocional acumulado es una causa común de sudoración nocturna. Cuando la mente no “desconecta”, el cuerpo permanece en estado de alerta incluso al dormir, provocando reacciones como taquicardia, sudoración o despertares súbitos.

Herramientas para reducir el estrés diario:

  • Técnicas de mindfulness o atención plena
  • Ejercicio físico regular, idealmente en la mañana o tarde (no justo antes de dormir)
  • Escritura emocional (journaling) para vaciar pensamientos antes de acostarte
  • Terapias de relajación como yoga, masajes o acupuntura
  • Acompañamiento psicológico si los síntomas de ansiedad son intensos o persistentes

5. Evalúa tus medicamentos y suplementos

Si has comenzado un tratamiento recientemente, revisa los posibles efectos secundarios. Algunos medicamentos pueden provocar sudoración nocturna, incluso cuando se toman correctamente.

Qué hacer:

  • Consulta a tu médico antes de suspender o cambiar cualquier tratamiento.
  • Lleva un registro de cuándo comenzaron los sudores

Los sudores nocturnos no siempre son motivo de alarma, pero si se presentan con frecuencia, interrumpen tu descanso o vienen acompañados de otros síntomas, es importante prestarles atención. La combinación de cambios en el estilo de vida y la orientación médica oportuna puede ayudarte a recuperar la calidad del sueño y cuidar tu salud general.

Este artículo fue presentado por Colgate-Palmolive Company, los fabricantes de los productos Speed Stick. Las perspectivas y opiniones expresadas por el autor no reflejan la posición de la empresa Colgate-Palmolive.

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